Cuando se piensa en el adulto mayor muchas veces
se lo estereotipa bajo un estilo de vida pasivo, que podría considerarse como
el más representativo. Pero no es el único. El adulto mayor, como persona
sedentaria, y alejado de la vida social, es una imagen que poco a poco está
pasando a ser sustituida por otras donde una señora de 90 años, puede ser más
activa que un joven de 30.
Si bien hay realidades físicas innegables que
limitan las actividades de los jubilados, existen otras limitaciones
que funcionan únicamente a nivel psicológico, y los lleva a creer
que no pueden hacer cosas únicamente por su condición de adultos
mayores. Esas limitaciones muchas veces son creadas por ellos
mismos, pero a su vez son predeterminadas por el ojo crítico de la sociedad. El
entorno del adulto mayor determina, en gran parte, el estilo de vida que
debería tener luego de jubilarse. Las normas sociales no solo repercuten en los
compartimientos de los jóvenes, sino que también influyen de manera importante
en lo que los jubilados hacen con su vida.
Es
por eso que para lograr que los adultos mayores cambien su forma de encarar la
vida, es necesario no solo trabajar sobre los jubilados, sino sobre la sociedad
en general. Es necesario que cambie la forma en que los propios adultos mayores
se ven a si mismos, pero más aun que cambie la forma en que el resto de
las personas ven a la tercera edad.
Vivimos
en una sociedad que funciona en base a estereotipos, por lo que sería
bastante difícil lograr que cada adulto mayor sea visto por fuera de la imagen
que la sociedad construyó para ellos. La única manera de lograr cambios es
variando, poco a poco, el estereotipo que se tiene de ellos.
En conclusión, para lograr una tercera edad mucho
más activa es necesario que desde cada lugar de la sociedad se crea, y se haga
creer, que el adulto mayor es capaz de ser mucho mas activo. Si se va a
estereotipar, que sea para mejor.
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